En días recientes, un congresista propuso en sus redes sociales la división político-administrativa del municipio de Uribia. Como secretario de gobierno y conocedor del territorio, considero necesario abrir el debate público para analizar esta propuesta desde una perspectiva técnica y estratégica, pues sus implicaciones trascienden lo administrativo y afectan directamente la calidad de vida de nuestras comunidades.
Uribia es un municipio sui generis en Colombia, único por sus condiciones diferenciales. Su ubicación estratégica en el Caribe, su riqueza cultural y su importancia como capital indígena del país lo convierten en un territorio especial. Aquí convergen desafíos de gobernanza con una población mayoritariamente indígena Wayuu, cuya forma de vida está profundamente arraigada en usos y costumbres ancestrales. Esta singularidad exige del Estado un tratamiento diferencial que respete la dispersión geográfica del territorio y garantice condiciones dignas para sus habitantes.
La propuesta de división, lejos de ser una solución, podría agravar los problemas estructurales que enfrentamos. Actualmente, Uribia es un municipio de cuarta categoría, lo que significa que sus recursos están determinados por su población. Dividir el municipio significaría una reducción de su población y, en consecuencia, de los recursos asignados, degradando su categoría a sexta. Esto no solo implicaría menos presupuesto para atender las necesidades de las comunidades, sino que condenaría a la nueva entidad a nacer con aún menos recursos, perpetuando un ciclo de pobreza y exclusión.
Es cierto que la Alta Guajira enfrenta enormes desafíos, y debemos continuar buscando soluciones para mejorar la calidad de vida de sus comunidades. Sin embargo, la fragmentación político-administrativa no es el camino. En lugar de dividirnos, debemos enfocarnos en fortalecer el municipio.
Es alentador saber que Uribia ocupa un lugar en la agenda de discusión de un congresista, lo cual resalta la relevancia de nuestro municipio a nivel nacional. Sin embargo, sería mucho más significativo que, desde su posición, este líder promoviera iniciativas que generen bases sólidas para el desarrollo sostenible de Uribia. Una de estas propuestas podría ser la creación de un proyecto de ley que eleve a Uribia al rango de distrito cultural, turístico, portuario y energético. Esta figura administrativa le otorgaría herramientas para aprovechar al máximo sus enormes potencialidades: su riqueza étnica y cultural, su capacidad turística, la infraestructura de Puerto Bolívar y su liderazgo como epicentro de proyectos de energía eólica. Convertirnos en distrito garantizaría mayores recursos y un modelo de gobernanza acorde con nuestras necesidades y aspiraciones.
Uribia es el municipio con mayor número de proyectos de energía eólica en el país, un productor clave de energía limpia que podría ser punta de lanza en la transición energética de Colombia. Además, la capacidad instalada de Puerto Bolívar, que quedará como un legado tras la operación de Cerrejón, representa una oportunidad inigualable para posicionarnos como un eje portuario estratégico en Latinoamérica. Estas fortalezas, sumadas a nuestra riqueza cultural Wayuu, nos perfilan como un territorio con proyección para liderar sectores clave de desarrollo económico y social, pero solo si contamos con el respaldo político y legislativo adecuado.
No queremos pensar que esta propuesta de división político-administrativa obedezca a intereses políticos ajenos al bienestar de nuestra gente. Sería lamentable que se utilizara la situación de pobreza que enfrentamos como herramienta para fines electorales o para afianzar agendas particulares. Uribia no puede ser una ficha en el juego de la mala política ni un experimento de división que traiga consigo más pobreza y exclusión. Los uribieros merecemos soluciones reales, estructurales y a largo plazo, no propuestas que fragmenten nuestro territorio y profundicen nuestras dificultades.